El presidente del partido nacionalista conservador flamenco N-VA, Bart De Wever, prestó juramento este lunes como primer ministro belga, al igual que los catorce miembros del nuevo gobierno de coalición integrado por cinco partidos, ante el rey Felipe de Bélgica.
De Weber, que reconoce que ser primer ministro belga nunca fue su «sueño» y que necesita una década para «sanear» la situación presupuestaria del país, prestó juramento ante el monarca en las tres lenguas oficiales del país (francés, flamenco y alemán) sobre las nueve de la mañana. «¡Y ahora, a trabajar!», dijo en sus redes el primer nacionalista flamenco que asume este cargo.
Además de acelerar la inversión en Defensa – con el objetivo de destinar el 2 % del PIB a más tardar en 2029 y del 2,5 %, en 2034 – el pacto de gobierno incluye reformas financieras, laborales y de pensiones, así como endurecer la política migratoria y reactivar la energía nuclear.
Pero las piedras angulares del proyecto de gobierno son las reformas financieras, laborales y de pensiones, dado el estado de las arcas públicas.
En las finanzas destaca la creación de un impuesto sobre las ganancias del capital para que Bélgica deje de ser un «paraíso fiscal» en materia de plusvalías.
El objetivo es hacer menos atractivo para los solicitantes de asilo viajar a Bélgica.
En una primera fase se reducirá el número de llegadas de demandantes de asilo y, en una segunda, también de las plazas de acogida. Además, se autorizará el acceso con policía al domicilio de quienes hayan agotado todas las vías de recurso.
