En enero de 2024, en pleno invierno, un soldado ucraniano era testigo de las consecuencias de un asalto ruso en la gélida primera línea de la invasión de Rusia a Ucrania.
Dos semanas antes, un equipo de asalto ruso constituido por 18 hombres había atravesado una línea de defensa en el este de la ciudad de Zaporiyia, en el sureste de Ucrania.
Tomaron tres posiciones, mataron a cinco ucranianos y perdieron a 10 soldados antes de ceder la estrecha franja de tierra a los ucranianos pocas horas después.
Las tres posiciones que habían cambiado de manos momentáneamente eran unas pocas trincheras en el suelo. Pequeños puntos en un paisaje devastado lleno de cráteres y árboles destrozados.
El soldado ucraniano filmaba mientras examinaba los restos de sus compañeros caídos.
«Este es Vitas, el pequeño», afirmó, utilizando el sobrenombre del muerto.
Luego examinó otro cuerpo: «Un anillo de plata, este es Grinch», añadió.
Con dificultad, volteó otro cuerpo congelado. Estaba en mal estado, pero el rostro era reconocible.
El soldado suspiró. «¿Qué puedo encontrar para cubrirte, para que no pases frío?», le dijo al muerto.
Tomó un casco cercano y se lo colocó sobre el rostro herido. «Hemos encontrado al Pingüino», prosiguió.
Un año después, en enero de 2025, un soldado ruso era conducido a rastras por el pasillo de un deteriorado tribunal local en Zaporiyia.
Estaba flanqueado por cinco soldados ucranianos y un gran rottweiler que había sido entrenado para seguir el rastro del ruso y que tiraba de la correa para atacarlo.
Dmitriy Kurashov, apodado «Stalker», estaba a punto de ser juzgado por la presunta ejecución en el campo de batalla de Vitalii Hodniuk, un veterano del Ejército ucraniano de 41 años conocido como el «Pingüino».

El juicio es el primero de su tipo.
Según las autoridades ucranianas, las tropas rusas han ejecutado al menos a 124 prisioneros de guerra en el campo de batalla desde que comenzó la invasión a gran escala.
Kurashov es la primera persona en ser juzgada en Ucrania por este delito.
Su caso es uno de los pocos -entre las decenas de miles que se han abierto por crímenes de guerra- en los que se ha capturado a un sospechoso que se puede llevar al banquillo de los acusados.
Agregando ya a la naturaleza sin precedentes del caso, tres miembros de la propia unidad de Kurashov accedieron a testificar en su contra.
Carne de cañón
En la luminosa y cuadrada sala del tribunal, Kurashov fue encerrado en un banquillo de acusados rodeado de vidrio. De baja estatura y con la cabeza a menudo inclinada, se mostraba retraído.
Cuando miraba a su alrededor, se veía obligado a girar la cabeza porque había perdido un ojo en el frente de batalla debido a una granada.
No era la primera vez que Kurashov se sentaba en el banquillo de acusados; había sido encarcelado dos veces en Rusia y se encontraba entre los miles de prisioneros que fueron liberados por el Estado ruso para que participaran en la guerra.
El fiscal leyó los cargos. Kurashov era acusado de dispararle a Hodniuk a modo de ejecución cuando el soldado ucraniano intentaba rendirse, una violación de las leyes de guerra.
Kurashov se había declarado inocente inicialmente, durante la fase previa al juicio, pero ahora, en el tribunal, había cambiado su declaración a culpable.
De manera informal, mantiene su inocencia. Según él, este cambio de declaración solo busca acelerar el proceso.
De acuerdo con la ONU, las ejecuciones en el campo de batalla por parte de Rusia han aumentado a un ritmo alarmante durante el último año.
En un informe de febrero, la misión de derechos humanos de la ONU en Ucrania afirmó haber encontrado evidencia de 79 ejecuciones a manos de las fuerzas rusas desde agosto de 2024, así como de tres ejecuciones ilegales perpetradas por Ucrania mediante drones.
La ONU también afirmó haber encontrado al menos tres llamadas de funcionarios públicos rusos que ordenaban o aprobaban ejecuciones, y según Ucrania, hay evidencia de que comandantes rusos en el campo de batalla ordenaron ejecuciones en toda la línea del frente.

El asalto de la unidad de Kurashov era su primera operación propiamente dicha, apenas unas semanas después de incorporarse a la guerra.
La unidad formaba parte de «Tormenta-V», un destacamento de la 127.ª división de fusileros motorizados, compuesto casi en su totalidad por prisioneros liberados.
Las unidades Tormenta-V han sido utilizadas por Rusia como carne de cañón, enviadas para que ejecuten asaltos en las zonas más duras del frente.
Son un eco sombrío de unidades similares formadas por Stalin, caracterizadas principalmente por su altísima tasa de desgaste.
Disparo al estilo ejecución
La operación comenzó la madrugada del 6 de enero de 2024 bajo una densa niebla. La unidad Tomenta-V, compuesta por18 efectivos, se acercó a la línea del frente en dos vehículos blindados y un tanque, y comenzó el asalto.
Kurashov se dirigió hacia un pequeño grupo de trincheras donde Hodniuk y otros soldados ucranianos se escondían tras un bombardeo de artillería rusa.
Aquí es donde el relato de Kurashov difiere del de la fiscalía y los soldados rusos que testificaron en su contra.
Ellos afirman que Kurashov exigió a los que estaban dentro que se rindieran desde una trinchera y que Hodniuk salió desarmado y se arrodilló en el suelo, antes de que Kurashov le disparara con una ráfaga de su fusil AK-47.
Kurashov afirma que no fue él quien disparó, sino otro ruso, un médico con el sobrenombre de «Sedoy», quien posteriormente murió.
Los rusos no pudieron mantener la posición por mucho tiempo. Avasallados por las fuerzas ucranianas pocas horas después, Kurashov y los demás sobrevivientes salieron a rastras de las trincheras y se rindieron.
Los condujeron desde el frente hasta un vehículo blindado ucraniano y los tomaron como prisioneros de guerra. Los soldados ucranianos que vieron el cuerpo de Hodniuk informaron al servicio de seguridad estatal del país, el SBU, que yacía boca abajo sin ningún arma cerca.

El SBU no pudo acceder al lugar de los hechos debido a que estaba demasiado cerca de la línea de contacto, pero la agencia inició lo que se convertiría en una extensa investigación remota.
Suficientes pruebas para llevarlo al tribunal
El mes pasado, en una sede del SBU en Zaporiyia, el oficial a cargo —quien habló bajo condición de anonimato debido a su trabajo en el servicio de seguridad— dibujó un mapa del lugar de los hechos y explicó cómo lograron sentar a Kurashov en el banquillo de los acusados.
«El primer paso fue interrogar a los ocho prisioneros de guerra», señaló.
«Fueron interrogados como testigos y posteriormente se confirmó plenamente su identidad a través de redes sociales, teléfonos móviles e interceptaciones parciales de radio previas al incidente. Se rastreó a toda la unidad en ese sector».
Inicialmente, se sospechaba que habían ocurrido dos ejecuciones. Un testigo declaró que otro ucraniano -el identificado con el apodo de «Grinch»- fue golpeado hasta la muerte con una pala. Pero el SBU no pudo conseguir pruebas.
«El polígrafo no confirmó la información y, cuando finalmente se recuperaron los cuerpos del campo de batalla, ninguno presentaba tales lesiones», declaró el investigador. «En mi opinión, tras examinar todos los hechos, esto fue inventado».
Añadió que era un ejemplo de la capacidad de Ucrania para investigar y enjuiciar crímenes de guerra con imparcialidad, a pesar de ser la víctima del conflicto y estar en estado de guerra por culpa del agresor.
«Tenemos a un sospechoso en juicio por una ejecución», indicó el investigador del SBU, refiriéndose a Kurashov.
«Lo firmé y lo envié al tribunal porque hemos reunido suficientes pruebas que apuntan a su culpabilidad. Si nuestro objetivo fuera simplemente sospechar de alguien y llevarlo a juicio, tendríamos diez prisioneros diariamente pasando por eso».

La seriedad con la que Ucrania está tratando este proceso penal es evidente.
La investigación del SBU arrojó más de 2.000 páginas de pruebas. Cada testigo fue sometido a reconstrucciones filmadas del suceso en un campo de tiro del ejército ucraniano.
En el tribunal, la fiscalía y los jueces han hecho todo lo posible para garantizar que Kurashov comprenda sus derechos, que pueda entender a su intérprete y que tenga la oportunidad de interrogar a los testigos de cargo, una oportunidad que hasta ahora ha rechazado.
La abogada de oficio de Kurashov se negó a hablar con la BBC. Solo ha intervenido brevemente en el tribunal, para hablar de asuntos administrativos y para aclarar algunas descripciones del suceso hechas por los testigos.
Los testimonios de los soldados rusos en su contra
Los tres testigos rusos declararon el primer día del juicio de Kurashov. Son tres antiguos prisioneros que, al igual que Kurashov, habían apostado por sobrevivir a la guerra para obtener su libertad.
Uno cumplía una condena de entre 25 años y cadena perpetua por el asesinato de dos narcotraficantes; otro, nueve años por lesiones corporales graves al matar a un hombre con un ladrillo en una pelea; y un tercero, ocho años, también por lesiones corporales graves.
Declararon por videoconferencia desde una sala contigua, para que pudieran ser encerrados en su propio banquillo.
Dmitry Zuev, de 44 años, se convirtió en el testigo clave. Declaró ante el tribunal que vio a Kurashov pedir a los ucranianos que salieran de la trinchera y se rindieran, tras lo cual Hodniuk emergió y se arrodilló con las manos en alto.
Luego se oyeron más disparos y explosiones, según contó Zuev, y luego vio cómo Hodniuk caía de frente en el barro.
Zuev también declaró ante el tribunal que conocía personalmente al médico Sedoy, a quien Kurashov acusó del asesinato, y que Sedoy no estaba allí.
Oleg Zamyatin, de 54 años, testificó que Hodniuk no portaba un arma cuando salió de la trinchera. Zamyatin no vio a Kurashov disparar los presuntos disparos, afirmó, porque se produjeron explosiones en ese mismo instante.
«Pero puedo decir que era él», declaró Zamiatin ante el tribunal. «Porque no había nadie más en ese lugar aparte de él».
Konstantin Zelenin, de 41 años, comandante del pequeño grupo de asalto de Kurashov, le contó al tribunal que estaba escondido en un cráter cuando vio a Hodniuk salir de la trinchera por el lado derecho con las manos en alto.
«Luego, apenas una fracción de segundo después, cuando el bombardeo comenzó de nuevo, oí una ráfaga de un rifle automático», agregó Zelenin.
«En el lado derecho estaba ‘Stalker’, y estaba allí solo».

En el banquillo de los acusados, Kurashov permaneció prácticamente en silencio mientras sus antiguos compañeros de unidad testificaban en su contra, hablando solo ocasionalmente con su abogado a través de una pequeña rendija en la puerta del banquillo acristalado.