Debate Histórico por la Presidencia de EUA: Frente a frente Biden y Trump

Ningún presidente ha debatido jamás sobre un presidente anterior. Nunca se repitieron enfrentamientos similares de elecciones anteriores. Nunca ha habido dos de estos viejos favoritos en escena.

Nunca antes dos candidatos presidenciales se habían enfrentado tan temprano, antes del inicio oficial de la campaña.

Por eso, y a pesar de todo lo que está en juego, el debate presidencial entre Joe Biden y Donald Trump ocupa un lugar único en la historia.

Biden y Trump se enfrentarán en el primer debate presidencial previsto antes de las elecciones del 5 de noviembre.

Desde su último debate, el 22 de octubre de 2020, días antes de las elecciones en las que Biden derrotó a Trump, no se han vuelto a ver. Este año, por primera vez desde 1988, la Comisión de Debates Presidenciales fue dejada de lado, volviendo al modelo del siglo pasado, donde la responsabilidad de organizar el enfrentamiento recaía en los canales de televisión.

El primer debate estará dedicado a CNN y el segundo estará patrocinado por ABC.

El duelo promete paralizar al país y atraer la atención del resto del mundo, aportando un nuevo sabor y un significado especial.

“Este es el primer debate televisado entre dos personas que han servido como presidente: el presidente actual y el ex presidente.

Este es también el primer debate que no está organizado por un organismo bipartidista o no partidista”, dijo el historiador Julian Zelizer.

“Al final, esta es una discusión sin obstáculos esperados.

Subrayó: “Ni siquiera esperamos límites a lo que podría suceder, porque Trump violó todos estos acuerdos”.

efecto sospechoso

Desde el primer debate presidencial televisado en 1960 entre John Kennedy y Richard Nixon, el enfrentamiento entre ambos candidatos se ha convertido en una larga tradición en las campañas electorales estadounidenses. Pero su efecto real en el resultado es un debate antiguo; ignoremos la repetición: ha habido candidatos que tuvieron un desempeño pobre pero aun así ganaron, como George W.

Bush contra Al Gore, o Barack Obama en su primer enfrentamiento en el Met.

Romney.

O el propio Trump en 2016, y los candidatos que aprovecharon la oportunidad para cambiar las cosas, como Kennedy y Ronald Reagan contra Jimmy Carter, en 1980, o Bill Clinton en 1992 contra George H.W. Ross Perot.

Este año, el debate se ha vuelto aún más importante por dos razones.

En primer lugar, según las encuestas, Biden y Trump están más o menos empatados. Trump parece estar a la cabeza en la mayoría de los estados indecisos que en última instancia decidirán quién recibirá los 270 votos del Colegio Electoral para ser declarado presidente electo, pero esta ventaja es descabellada.

El concurso está abierto. La segunda razón es que, a diferencia de elecciones anteriores, el primer debate tendrá lugar antes del inicio oficial de la campaña, junto con la conferencia del partido, y no al final.

De hecho, en todas las elecciones pasadas, el primer debate tuvo lugar en septiembre u octubre, nunca en junio.

La impresión que dejen Biden y Trump en su primera aparición conjunta influirá aún más en el resto de la carrera.

Para ambos candidatos, lo que está en juego es mucho mayor.

Históricamente, siempre que un presidente está detrás de un escritorio, los debates tienden a favorecer a su oponente.

Es más fácil atacar una tendencia que defenderla, especialmente si esa tendencia tiene un lado débil.

Además, el presidente suele presentarse con menos intensidad, sin la agilidad y la ferocidad de su oponente que llega después de ganar la guerra en las primarias.

Generalmente un maratón. Pero ahora se discutirán dos administraciones: la administración Trump y la administración Biden.

Trump no debatió en absoluto este año: eliminó a todos sus oponentes sin confrontarlos directamente en una elección republicana inusualmente corta.

Estas dos diferencias borran, al menos en el papel, esta clara ventaja de la que disfruta Trump.

Envejecimiento de los candidatos

Este debate también será diferente de los debates anteriores porque los dos oponentes son los candidatos con más años de servicio en la historia.

Para ambos, pero aún más para Biden, la salud y el bienestar mental son las principales preocupaciones de los votantes, especialmente de los indecisos.

Gran parte del país cree que Biden (81 años) y Trump (78 años) son demasiado mayores para afrontar las penurias de la presidencia.

Tanto Biden como Trump han cometido errores en los últimos meses y ambos enfrentarán un escrutinio cada vez mayor, sobre todo debido a su avanzada edad.

Biden es famoso por sus errores, mientras que Trump es famoso por su falta de coherencia al presentar ideas.

Pero la lupa se centrará más en Biden, que ha perdido la espalda y se ha vuelto más rígido con el paso de los años.

El debate le da la oportunidad de demostrar que puede enfrentarse a Trump en 90 minutos y disipar cualquier duda sobre su fuerza y ​​perspicacia.

En ambos casos el listón está muy bajo, por lo que ambos pueden conseguir mucho con poco.

Las reglas de discusión también provienen de la historia.

No habrá audiencia ni interrupciones: los micrófonos sólo se encenderán cuando sea el turno de palabra de cada candidato.

Un cambio con respecto al primer enfrentamiento de Biden con Trump en 2020, cuando Trump lo interrumpió repetidamente, omitiendo la única línea que recuerda de ese duelo: «¿Quieres callarte?».

La evidencia es que la preparación, las reglas, los marcos y las discusiones pueden volverse efímeros cuando la respuesta continúa hasta bien entrada la noche.

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