Cuando el magnate Elon Musk fue encargado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de «desmantelar la burocracia gubernamental» había dudas sobre dónde podrían llegar, pero un movimiento del republicano consiguió blindar su idea de reestructurar, tijera en mano, la Administración desde dentro.
Una de las incógnitas era qué rango tendría DOGE (el Departamento de Eficiencia Gubernamental, por sus siglas en inglés), el nombre elegido por Musk, en el Gobierno de Trump, ya que para crearse como parte del aparato federal debía contar con la aprobación del Congreso.
Los abogados de Trump, a sabiendas de que esto podría complicar la puesta en marcha de Musk, optaron por reutilizar la USDS (United States Digital Service), una agencia creada por el expresidente Barack Obama para mejorar la administración digital, y convertirla en la United States DOGE Service. De modo que sin cambiar ni el acrónimo consiguió esquivar al Congreso y blindar su autoridad.
