Los legisladores británicos aprobaron la legalización de la muerte asistida, una polémica propuesta que convierte a Gran Bretaña en uno de los pocos lugares que permiten a los enfermos terminales poner fin a sus vidas.
El proyecto de permitirá a las personas con una enfermedad terminal y menos de seis meses de vida tomar una sustancia para poner fin a su vida siempre que sean capaces de tomar la decisión por sí mismas. Dos médicos, seguidos de un juez de un tribunal superior, tendrían que dar su visto bueno a la decisión.
Con esta ley, Gran Bretaña se une a un pequeño grupo de países que están impulsando este proceso. Canada, Nueva Zelandia, España y la mayor parte de Australia permiten algún tipo de muerte asistida, al igual que los estados de EE.UU. de Oregon, Washingtoun y California.

