Servir con amor; sin pisotear

Por: Daniel García Santana

La definición de la palabra poder es: Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo, de acuerdo con la Real Academia Española. Ese término es usado por ciudadanos nacionales y de otros países como sinónimo de la llegada al gobierno, lo cual considero debemos borrar de nuestra mente hasta que aprendamos a usar el poder para servir; no para servirnos, pisotear o creernos mejores que los demás.

Hasta que asumamos con humildad y respeto la ocupación de un cargo, sea público o privado, y desaparezcamos el dicho “si quieres conocer a Juancito dale un carguito”, propongamos que cambiemos la palabra poder por servir, y la practiquemos, que no sea solo una frase vacía, lanzada al aire desde cualquier tarima, pódium o despacho.

El sentido de la palabra poder para una gran parte de los dominicanos está ligado a los beneficios particulares que conseguimos por ella. Una muestra es una conversación que sostuve en la fila de un banco con una señora a quien dije: “Pudiera no hacer esta larga fila porque soy VIP en este banco”, y su respuesta fue: “El poder es para usarlo”.

La lucha por el poder económico, político o social es tan fuerte que grandes figuras de incidencia mundial, como lo sucedido con Adolfo Hitler, o en la actualidad con el enfrentamiento bélico entre Irak e Irán han sometido a la humidad a desgarradoras guerras, por el simple afán de retenerlo o aumentarlo, sin tomar en cuenta las funestas consecuencias para la mayoría de los seres humanos.

Por ejemplo, tengo un amigo que cuando fue alto funcionario de una empresa de servicio de electricidad, uno de sus placeres era ir a servirse café en la cocina de la institución, donde una de las señoras le llamaba de cariño como uno de los siete enanitos, sin que con esa acción le faltara el respeto, con lo cual mostraba su humanidad por encima del “poder” dado por el cargo pasajero, como debe ser.

El desarrollo de las naciones debe estar sustentado en la educación, capacidades blandas y duras, modernas tecnologías y la humildad de los servidores para ejecutar la misión que surge de sus posiciones “con resultados positivos y comprobables” no en el uso del poder para defender intereses de grupos, aplastar a otros o recibir prebendas, olvidando el verdadero fin del servicio ciudadano, como es el bien común.

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