Trump ordena acabar con el peaje por congestión creado por Nueva York para aliviar el tráfico y financiar el transporte

El Gobierno del republicano Donald Trump ordenó este miércoles detener el peaje contra los atascos y la contaminación activado por la ciudad de Nueva York el pasado 5 de enero. El secretario de Transportes, Sean P.. Duffy, escribió una carta a la gobernadora, la demócrata Kathy Hochul, explicando que al presidente le preocupó «la significativa carga a los residentes, empresas y viajeros en el área, que incluye Nueva Jersey y Connecticut, que usan la red de carreteras» afectada por la tasa contra la congestión vehicular.

 La Autoridad Metropolitana del Transporte de la Ciudad de Nueva York (MTA) informó en un comunicado que presentó documentos en una corte federal para luchar contra la eliminación del peaje. “Es desconcertante que, después de cuatro años y 4,000 páginas de revisión ambiental supervisada por el Gobierno federal –y apenas tres meses después de dar la aprobación final, el Departamento de Transportes busque revertir totalmente el curso”, aseguró.

La Zona de Alivio de Congestiones, la primera en todo el país, se puso en marcha, tras varios retrasos, el 5 de enero (dos semanas antes del regreso de Trump a la Casa Blanca). Los autos que ingresaban a los barrios más concurridos de Manhattan debían pagar desde ese domingo hasta 9 dólares, según la regla dictada por la Autoridad de Transporte Metropolitano (MTA, en inglés).

El plan municipal tenía como objetivo aliviar los infames problemas de tráfico de la ciudad y recaudar dinero para sufragar el transporte público. Entró en vigor a pesar de un intento de última hora del vecino estado de Nueva Jersey y la oposición de vecinos (y Trump).

Según el plan de precios, la mayoría de automóviles que ingresaran al Distrito Central de Negocios de Manhattan, desde la calle 60 hasta el extremo sur del Distrito Financiero, debían pagar una tarifa máxima de 9 dólares de 5 de la mañana a nueve de la tarde de lunes a viernes, y de 9 de la mañana a 9 de la noche los fines de semana. El resto de horas habría descuento del 75%: pagarían 2,25 dólares.

Los camiones pequeños y los autobuses no urbanos pagaban 14,40 dólares en horas pico, y los camiones más grandes y los autobuses turísticos abonaban 21,60 dólares.

Los automovilistas solo pagaban una vez al día, y había exenciones para ciertos vehículos de emergencia y gubernamentales, así como los conductores de bajos ingresos y aquellos con condiciones médicas que les impidieran usar el transporte público. Los autobuses escolares y de cercanías también estaban exentos.

La MTA había pronosticado un 10% menos de autos y camiones después de que comenzara a cobrarse el peaje. Y prometieron que miles de millones de dólares recaudados por la tarifa por congestión se destinarían a modernizar el sistema en toda la región.

La tasa fue restablecida tras las elecciones presidenciales del pasado noviembre por presiones de la gobernadora, la demócrata Kathy Hochul, tras dos años de demoras y revisiones en medio de quejas de los viajeros y las empresas que no creen que la tarifa sea justa.

Las autoridades locales se apresuraron a ponerla en marcha antes de que Trump asumiera la presidencia, puesto que el presidente, neoyorquino nativo a pesar de haberse mudado a Florida, prometió eliminar el plan, y el Partido Republicano le instó a intervenir.

En contra se posicionó también Nueva Jersey, que intentó bloquear el plan por motivos medioambientales: interpuso una demanda en la que pedía decenas de millones de dólares por los daños que causaría al empeorar el tráfico al otro lado del río Hudson.

Nueva York fue la primera ciudad del país en adoptar una tasa por congestión, pero hay proyectos similares en otras ciudades del mundo como Londres (Reino Unido) o Estocolmo (Suecia).

La contaminación del aire acorta más vidas en el mundo que la guerra, el terrorismo, la malaria, el VIH, la tuberculosis, las drogas o el alcohol, según un estudio científico publicado en 2022 que analizó los riesgos para la salud de la contaminación del aire, el agua y los productos químicos tóxicos en 2019. Los resultados muestran que la contaminación es responsable de alrededor de nueve millones de muertes prematuras cada año, o una de cada seis a nivel mundial. Eso pone su impacto a la par que el tabaquismo.

La contaminación atmosférica -procedente vehículos, centrales eléctricas y quema de cultivos– es la amenaza más grave, ya que fue responsable de más de 6.5 millones de muertes en 2019. Aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, infecciones respiratorias, cáncer de pulmón, tuberculosis, enfermedades respiratorias crónicas, diabetes, enfermedades renales y bajo peso al nacer, todo lo cual puede conducir a una muerte prematura.

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