El poder y la sombra

Luis Encarnación Pimentel

Al poder, algo muy complejo, enigmático e impredecible, se puede llegar por un golpe de suerte por la vía democráti­ca o por un golpe de mano de alguien que privilegie el fin, sin importarle los medios ni las consecuencias. Oveja o lo­bo disfrazado, no todo el mundo está pre­parado para gobernar con ética, responsa­bilidad y entrega un pais, ni todos los días llega a la presidencia un político con ejem­plo y coherencia de vida de un Pepe Muji­ca.

Sea en manos de demócratas, de mo­narcas o de dictadores, la experiencia – y la reincidencia- indica que el poder embriaga, transforma y ciega generalmente a los ma­leables que lo detentan, al punto de olvidar muchos hasta de que son mortales y que su reinado no es para siempre. Si el poder es como una sombra, que pasa, los que tie­nen el privilegio de llegar a la presidencia deben ser siempre ejemplo de servicio , de control y de transparencia desde el Estado, cerrándole el paso a familiares que pudie­ran prevalerse de la influencia de la sangre para hacer lo que no se debe y afecta, así como cuidarse de los cortesanos o áulicos que pudieran empujarlo a faltar a la pala­bra empeñada y dar malas cuentas al final de la gestión gubernamental. Se ha visto – y se sigue viendo- que quien falta o enga­ña no termina bien, cuando no cae preso o quien sabe (¿).

En estos días, complejos y de llamados a esclarecimientos, alguien recordó a Benito Juárez sentenciar:” nun­ca abusar del poder (como alguien abu­só, agregamos) humillando a tus semejan­tes, porque el poder termina y el recuerdo perdura”. Ante los pasos últimos no preci­pitados de la Procuraduría, que no se ale­gue retaliación política ni “cobardía”, por­que hay un viejo reclamo de la sociedad y un compromiso de un nuevo equipo de “entrarle” a la corrupción y la impunidad, enseñoreadas por largo tiempo en el pais (¿). Por cierto, no se ve bien que se use una muerte como estrategia de defensa política ante una investigación judicial con funda­mento. Si no hay falta, el honor ni la dig­nidad de nadie entran en riesgo(?). Para el caso, vale la aclaración del presidente:” no vamos a perseguir a nadie por razones po­líticas, pero tampoco vamos a proteger a nadie por razones políticas.

Tengo amigos, pero no tengo cómplices; que quede muy claro eso”. Queda claro que lo del “procu­rador independiente” el hombre lo manejo bien, porque ahora tiene la excusa de que le dio carta abierta a Miriam Germán y no puede llamarla para “perdonar vidas”, si le piden intervenir por alguien incluido -o por incluir- en las investigaciones “anti- pulpo” a cargo de la Procuraduría de la Republica.

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