Jim Mattis, exsecretario de Defensa, critica a Trump por «tratar de dividir» a EE. UU.

En un extraordinario pronunciamiento, el exjefe del Pentágono arremetió contra el presidente Donald Trump por su respuesta a la ola de protestas contra el racismo que sacude al país.

Mattis rompió el silencio que acompañó su renuncia a la Casa Blanca el 21 de diciembre de 2018 por la política exterior de Trump en Siria. Desde entonces no había esbozado comentarios sobre las decisiones del republicano, pero eso cambió.

En un comunicado publicado el 3 de junio por el medio estadounidense ‘The Atlantic’, el exalto funcionario denunció la militarización de las manifestaciones por parte de la Casa Blanca y aseguró enfáticamente que «Donald Trump es el primer presidente que no intenta unir al pueblo estadounidense, ni siquiera pretende intentarlo. En cambio, trata de dividirnos. Somos testigos de las consecuencias de tres años de este esfuerzo deliberado».

En un claro desmarque de las políticas del mandatario, Mattis fue enfático en el rechazo del despliegue militar como respuesta a las manifestaciones, en su mayoría pacíficas. «Militarizar nuestra respuesta, como vimos en Washington D.C., crea un conflicto, un falso conflicto, entre la sociedad civil y militar», escribió el exjefe del Pentágono.

También describió a Trump como una «amenaza» para la democracia estadounidense y aseguró, dirigiéndose a los ciudadanos, que «debemos rechazar y responsabilizar a aquellos en el cargo que se burlarían de nuestra Constitución». Mattis criticó además el uso de la palabra «espacio de batalla» por el Secretario de Defensa, Mark Esper y el General del Ejército, Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, para describir los lugares de protesta en los Estados Unidos.

«Debemos rechazar cualquier pensamiento de nuestras ciudades como un ‘espacio de batalla'», declaró después de que Esper también rechazara el uso de las fuerza militares en medio de las manfiestaciones.  

Actual secretario de Defensa rechaza recurrir al Ejército como respuesta 

La protesta de Mattis no vino en solitario. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, también declinó la idea de involucrar a las fuerzas militares, luego de que Trump advirtiera el primero de junio que enviaría al Ejército para detener los disturbios si los gobernadores de los Estados, encargados del orden público, no lo lograban a través de la policía y la Guardia Nacional.

“Siempre he pensado que la Guardia Nacional es más adecuada para lidiar con cuestiones interiores”, subrayó Esper, que mostró públicamente su rechazo a la idea del presidente de invocar La Ley de Insurrección, firmada por Thomas Jefferson en 1807.

Según ‘The Washington Post’, «cuando un mandatario considere que se producen obstrucciones ilegales (…) o rebelión contra la autoridad de los Estados Unidos y se hace impracticable el cumplimiento de la ley puede llamar al servicio federal de la milicia de cada Estado o de las fuerzas armadas si lo considera necesario para hacer cumplir esas leyes o para suprimir la rebelión”.

Mattis, sin embargo, dirigiéndose a los ciudadanos en el comunicado, puntualizó que «no debemos ser distraídos por un pequeño número de infractores de la ley. Las protestas están definidas por decenas de miles de personas de conciencia que insisten en que estamos a la altura de nuestros valores, como personas y como nación».

Las manifestaciones pacíficas continuaron mientras los disturbios diminuyeron 

El pronunciamiento de Mattis y Esper coincidió con una nueva jornada de protestas en todo Estados Unidos, que comenzaron hace ocho días tras la muerte del afromaericano George Floyd, luego de que un policía apretara su rodilla contra su cuello hasta generarle la muerte por asfixia, según una autopsia independiente que solicitaron sus familiares y abogados. 

En Nueva York, que vivió su cuarta noche de manifestaciones, la Policía efectuó numerosos arrestos en varias zonas una hora después del comienzo del toque de queda y tras celebrarse una movilización a las puertas de la residencia oficial del alcalde Bill de Blasio. En Brooklyn, donde se presentaron algunos disturbios, la Policía usó balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.

En Nueva Orleans, agentes de la Policía también lanzaron gases lacrimógenos contra los manifestantes para dispersarlos por cruzar Crescent City Connection, un puente sobre el río Misisipi, que las autoridades no quería que atravesaran.

Entre tanto, en la capital, Washington, todavía quedaban cientos de manifestantes en las proximidades de la Casa Blanca tras el inicio del toque de queda a las 23.00 hora local, sin que se hayan registrado altercados.

Los ciudadanos, que continúan en las calles exigiendo justicia por el racismo estructural que atraviesa al país, celebraron el endurecimiento de los cargos contra el policía Derek Chauvin, quien sometió a Floyd, y la imputación de otros tres agentes, pero aseguran que buscan un cambio de fondo. 

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