Mariana Ju, es una taiwanesa dice “Servir a los demás da valor a la vida”

La pandemia del coronavirus está dejando mucha enseñanza al mundo y a las personas como más valor y respeto por la vida, aumento de la solidaridad, unidad familiar protección a los más necesitados y la ruptura de prejuicios raciales y religiosos.

Mariana Ju, es una taiwanesa “aplatanada”, (que se nota al hablar), que dejó la comodidad de un país del primer mundo para entregarse al servicio a los demás. Es su vocación que aprendió de su maestra la maestra de Dharma Cheng Yen, creadora, hace 54 años de la Fundación Budista Tzu Chi.

De su maestra aprendió que los humanos no pueden controlar el tiempo que durará la vida, pero sí la actitud frente a ella como la oportunidad de hacer el bien a los demás por lo que dice siente felicidad cuando lo hace.

Mariana tiene 20 años en el país y vino por primera vez a trabajar en labores diplomáticas, pero aquí conoció a su actual esposo, un dominico-taiwanés con quien procreó tres hijos. Dejó a su familia en la casa y consciente del riesgo que corre de contraer el coronavirus se va a donde los pobres a servirle.

“El amor a nuestros se devuelve haciendo el bien a los demás, eso es lo que nos motiva a nosotros a estar cogiendo lucha, pero con amor atendemos las necesidades de los demás, ese es el sentido de la vida”, dice.

Cuenta que en la Fundación ha encontrado ese espacio para aportar en vez de criticar y asegura que criticar nunca dará felicidad como tampoco pensar en lo negativo. “siempre hay que pensar en positivo. Si te falta un brazo, tienes otro, si no ves, por puede oir, así se puede brillar”.

Aunque toma las medidas de precaución de lugar para proteger su salud, el miedo ni la negatividad les impide juntarse con gente pobre, en cada uno de los seres humamos, ella ve a un hermano sin importar que sea negro, blanco, mulato, rubio ni que sea de cualquier religión, para ella lo importante es la persona, no la raza ni el credo.

Su piel amarilla contrasta con el negro de los haitianos y dominicanos que le esperaban en la comunidad de Duquesa donde con una notable alegría llevaba alimentos a los más necesitados.

“Servir a los demás da valor a la vida… es un buen momento para aprovechar la vida que es corta, darle valor al tiempo y hacer algo por los demás, no solo recibir los beneficios propios”, asegura.

Su casi perfecto español revela a una Mariana “contagiada” de la alegría de los dominicanos: “Los dominicanos son muy cariñosos, contentos y alegres”, expresa con firmeza.

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